UNA ROSA, UN LIBRO Y LA LEYENDA DE SAN JORGE

Una rosa, un libro y la leyenda de san Jorge

UNA ROSA, UN LIBRO Y LA LEYENDA DE SAN JORGE

 

LA ROSA

Una rosa es como el crepúsculo entre los dedos
que cuando los esperanzados ojos creen verlo,
al atravesar la penumbra de las pestañas,
sólo el espíritu está próximo a prender
lo que no alcanza la mente ni el sentimiento.

Es percibir como cierto el aroma de lo anhelado
enredado entre el tímido halo de su gran misterio
y el inhóspito vacío de nuestro interior desierto,
solo poblado de inciertos deseos, sueños y quimeras,
que lo envuelven todo sin posibilidad de retorno.

Una rosa es como la lucha de sedienta vida
y la batalla perdida entre alas de mariposa,
que bambolea su inquieto y breve transcurso,
buscando con ahínco a qué sostén asirse
para no perecer sola en una triste agonía.

Es el símbolo del esencial amor humano
de las almas puras que, sin más, se adoran
que, al concebirlo ilimitado e imperecedero,
se enfrentan al deleite del deseo de lo eterno
y la pena de temer su terrenal dicha pasajera.

La rosa es el encanto, total y pleno,
al presentir lo inevitablemente efímero
ante lo que, aún no habiéndose perdido,
se sabe con absoluta conciencia
que pasará sin remisión al olvido.

Solo cabe la esperanza, imborrable y cierta,
en el misterio inexplicable de aquella lucha,
y sembrar semillas de nostalgia en el ocaso,
que cosecharán otros en la perpetua rueda
que mantiene viva la llama de la belleza.

Enrique A

 

EL LIBRO

Se debe a una iniciativa promovida en el año 1995 por la UNESCO, que estableció el 23 de mayo como el Día internacional del libro, para fomentar y proteger la propiedad intelectual.

 

LA LEYENDA DE SAN JORGE

El relato de La leyenda de San Jorge es diverso, dependiendo de cada país. Pero lo cierto es que viene de muy antiguo.

Jorge nació a finales del siglo III de nuestra era. Fue un notable soldado romano, cuya madre le había adoctrinado en la fe de los cristianos.

Su vida termina cuando Diocleciano, emperador de Roma, decreta la persecución de los cristianos.

Jorge se niega a participar. Diocleciano manda que lo torturen para que reniegue. Al no lograrlo, el emperador lo condena a morir decapitado el 23 de abril del año 303.

Una vez ejecutado, su cuerpo fue enterrado en Lydda (la actual Lod), en Israel.

El culto a Jorge, como Santo, se inició muy pronto.

 

Desde entonces, este culto se extendió a los cinco continentes.

La famosa Leyenda de San Jorge, narrada de varias formas según el lugar y época, data del siglo IX.

En occidente, se habla de una ciudad en la que un dragón anidó en las fuentes que la abastecían de agua.

Para apartar al dragón, sus habitantes le sacrifican un animal. Pero al fin, se ven obligados a ofrecer un ciudadano cada día, que escogían al azar.

Un día se ve seleccionada la princesa del lugar. Sin dudarlo, esta se somete al sacrificio, a pesar de la negación de su padre el rey.

Cuando va a ser devorada por el dragón, aparece Jorge y la salva.

La historia acaba cuando de las heridas que Jorge le causa al Dragón, manan rosas rojas y el caballero ofrece una de ellas a la princesa.

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Amigo: ¡ahora te entiendo!

 

 Los juegos continuaron su desarrollo en el más absoluto regocijo por parte de todos. Fue algo brillante.

Y aunque Daarko, como es lógico, se resintió por el accidente. Se esforzó por dominar la desbordante emoción que le calaba hasta lo más profundo y continuar con las competiciones. Lo hizo para no desbaratar la organización de los equipos que se habían montado para ciertas exhibiciones. La meditación, de forma ineludible, vendría a arroparle más tarde…

 

Durante los días que duró esta gran competición, se vieron acompañados por un tiempo que parecía encargado en especial para la ocasión. Incluso, en las jornadas de mayor dificultad deportiva, a las que acudían un elevado número de espectadores, hubiese resultado duro no tener protección adecuada contra el implacable Sol, puesto que se desarrollaban a la intemperie. La Naturaleza tuvo la gentileza de ofrecerles un inesperado regalo en forma de finísima llovizna, que atemperó el ambiente y los ánimos…

-¡Vamos, Krould, vamos! ¡Esta es tu especialidad, no te rindas! ¡Adelante!

El fuerte muchacho, en la competición de arrastre de piedras  había superado todas las pruebas con éxito arrollador. La prueba consistente en trasladar enormes piedras desde un montón hasta una meta situada a una considerable distancia. Luego, tenían que volver a buscar otra a toda prisa para repetir la operación,

A Krould solo le quedaba el último esfuerzo por realizar. La ventaja estaba con claridad de su parte. Se dirigió en busca de su última piedra a toda prisa. 

Los vítores del público eran ensordecedores. Krould debería haberse despreocupado de todo, pero se le presentaba un hecho insólito, esperado con ansiedad. Shieja se hallaba entre la masa de espectadores dándole ánimos mientras gritaba con entusiasmo su nombre.

Desconcierto inesperado

Al  correr tal vez demasiado rápido y algo descontrolado, Krould no pudo evitar el error de mirar hacia el lugar en el que se encontraba su ‘amiga’. Se ladea un poco, gira algo más la cara. Una estaca mal colocada, está apoyada entre dos enormes piedras. Nadie se había percatado, nadie podía imaginar el gesto del joven, nadie lo esperaba.

El atleta corría y corría hacia el obstáculo imprevisto sin tener idea del peligro. Al fin la gente se da cuenta de la situación, chilla enloquecida en un intento de evitar el previsible accidente. Krould percibe el cambio en los gritos del público. Se da cuenta de que algo no va bien, pues oye con claridad que le alertan de algo incierto.

-¡¡¡Cuidado!!! ¡¡¡Ten cuidado!!! ¡¡¡Krould, Cuidadooo!!!

Pero ya es tarde, se precipita contra el obstáculo a una velocidad de vértigo. Impacta contra la primera piedra y caer con potencia arrolladora sobre la enorme estaca quebrándola. Rueda por tierra, dos, tres veces, hasta que al fin alguien se cruza en su camino y le para…

-¡¡¡Noooo!!! –estalla el público sobrecogido- ¡¡¡Aaaaaah!!!

Se precipitan al campo, rodean al muchacho, todos intentan verle. Saltan unos por encima de las cabezas de los otros; la confusión es tremenda. Empujones, gritos, ansiedades, angustias, expectación total…

Mientras levantaban a Krould entre varios amigos, este se miró la herida del costado por la que manaba sangre. Sentía un fuerte dolor que le obligaba a torcer el gesto muy a pesar suyo. Shieja llegó junto a él y uno de los brazos de Krould rodeó sus hombros, lo que provocó un escalofrío en ambos jóvenes.

A pesar del delicado momento, Kroul indagó qué era lo que había originado la colisión. Visualizó la situación de los objetos que le habían hecho caer y se volvió para continuar su marcha.

De repente quedó paralizado, absorto en una vaga idea. Obligó a Shieja a girarle de nuevo para volver a ver el lugar fatal; su expresión de dolor pareció agudizarse. Entonces buscó a Daarko con los ojos algo desorbitados. Le brindó una amplia sonrisa a modo de extraña mueca diciéndole:

-¡¡Ahora te entiendo, amigo, ahora te entiendo!!

Todos creyeron que deliraba a causa del topetazo. Pero las miradas de ambos amigos se enlazaron a través del gentío, como un chispazo de inteligencias encontradas. Daarko supo que su querido amigo, al fin, también había hallado una respuesta a lo que buscaba…

A pesar de estos y varios percances más de mediana importancia, los festejos continuaron con gran brillantez. Contaron con la admiración general de la gente por la organización del encuentro.

La acogida, el talante de los regalos, la variedad de los entretenimientos y la abundancia de alimentos,  fue excelente. Y, sobre todo, con la entrañable amistad que les embargó a todos en lo más profundo de sus sentimientos…

Y llegó el día de la clausura con la esperanza de la nueva Reunión que ya se había pactado. Y también llegó el momento de las despedidas. Unas, aludían al reencuentro; otras, tristes porque ‘la juerga se terminaba’; otras más, alegres por volver a sus casas, y muchos se despedían… sin llegar a irse en sus corazones…

Pero todavía no he contado lo que en realidad pasó  por las cabezas de nuestros dos amigos durante el Encuentro.

Lo que ocurrió aquel día sí entronca con el motivo más íntimo de esta narración.

Pero tal vez sea mejor que os lo cuenten ellos mismos.

MISIÓN IRRENUNCIABLE PARA EL QUE ESCRIBE

Misión irrenunciable para el que escribe

MISIÓN IRRENUNCIABLE PARA EL QUE ESCRIBE

 

A nivel de lo que se llama el posicionamiento de Google, el artículo que tenéis ante los ojos es demasiado corto, con títulos poco manifiestos, sin palabras clave interesantes, sin enlaces a otros lugares del Blog… Además, utilizo frases demasiado largas… Pero, lo siento, es el artículo que ahora quiero escribir y como quiero hacerlo…

Lo único que me importa es que vosotros me lo ‘posicionéis’ en vuestros corazones…

 

**********

La estuve buscando desesperadamente
y, después de encontrarla en una gesta,
en un libro, en una imagen, en un sueño…
después de hallarla en la propia calle,
volveré a buscar una y mil veces,
en el inmenso pensamiento propio
y en lo infinito del mundo ajeno;
sí, volveré a buscar con empeño…
hasta hallar mi nueva idea

 

Os añado un soneto, que trencé con estilo de lo más clásico.

 

LA QUIMERA

Era como el transcurso de una estrella
Que, invisible, mágico se nos antoja,
Como el vibrar de una sencilla hoja
Cuando un pájaro se posa sobre ella.

Era como tenue vaho que destella,
Exhalado de la boca en que se aloja,
De quien busca superar la congoja
De no hallar entre ideas la más bella.

Era oponerse, firme y remiso,
Al ultraje de sentirse un obtuso,
Aceptándolo inmutable y sumiso.

Era componer, obstinado incluso,
La sucinta balada que preciso
Para apresar la ilusión de lo iluso.