EL HISTÓRICO TORTAZO INCOMPRENSIBLE

EL HISTÓRICO TORTAZO INCOMPRENSIBLE

EL HISTÓRICO TORTAZO INCOMPRENSIBLE

 

Me asalta la mente una breve historia que quiero contaros sobre el histórico tortazo incomprensible..
Existía un patriarca-padre, que regentaba una considerable familia.
Por algún motivo, un día el gran padre  propina un tortazo a uno de sus hijos. El muchacho –ya adulto en criterio–, se sorprende, primero, y se queja, después. La pregunta lógica y directa es un
–¿Por qué?
La respuesta inmediata, rezumando asombro por parte del patriarca, es un
–Porque soy tu patriarca oficial.
–Esto ya lo sé, pero lo que también quiero saber es el porqué de tu tortazo, poderoso padre.
–Porque sí y no hay más que hablar.

En infinidad de ocasiones el tocado hijo –tocado en el más estricto sentido de la palabra– intentó aclarar los motivos que tuvo su protector oficial para propinarle el tortazo que hizo historia en su vida.
Las sucesivas respuestas del imperturbable e inflexible progenitor a las interpelaciones de su retoño, fueron: Ahora no vas con los amigos; Te suprimo la paga; No te dirijas a mí en esos términos; No sales de casa; Ni te escucho; Es un caso cerrado, etcétera. Esta situación se repitió hasta que el perplejo hijo manifestó a su padre que, dada las circunstancias de incomprensión y falta de diálogo, tenía intención de abandonar su casa.

EL MONÓLOGO

Llegado a este punto, el patriarca, con la serenidad que le caracterizaba, propinó al entristecido hijo unos cuantos cachetes más. El hijo volvió a solicitar, a su señor padre, de la manera más oficial y respetuosa posible, que le explicase los porqués de todos y cada uno de los tortazos. El amantísimo y preservador padre continuó infringiendo represiones varias al hijo por su impertinente proceder, y, por más que el aporreado preguntase, no llegó a obtener ni una cochina respuesta por parte del amante prócer…, salvo la frase lapidaria:
–Tú no vas a romper la unidad de esta familia y punto… Como intentes algo así montaré en cólera; ni lo menciones…
Os pregunto si consideráis extraño que ese hijo tomase la decisión de emanciparse de la gran familia del padre que lo parió. 

Por supuesto que, después de tanto deseo de diálogo racional, al hijo no le quedó otro remedio que manifestarse definitivamente:
–¿Todavía más? Esta vez no te pregunto ningún porqué, puesto que me importa un auténtico bledo lo que me dices. He intentado ser un buen hijo entre los hijos que ni chistan cuando tú hablas, mandas y ordenas…, pero todo tiene un límite: a partir de ahora, mi misión es desgajarme de tu injustificada tiranía…
–No dudes de que emplearé todo mi poder para que no te esfumes de mis dominios…
–Padre, tienes que tener muy claro que, me esfume o no, como hijo, ya me has perdido…

…Lo que se dice… un final feliz.

 

POR LA CHARLA DEL TAÑIDO

POR LA CHARLA DEL TAÑIDO

POR LA CHARLA DEL TAÑIDO

 

Antes de la Natividad del 2017, escribí esta

REFLEXIÓN:

Se hace difícil avanzar por lo que uno desea desde lo más profundo cuando el aliento pierde su ritmo natural. Las cosas no siempre ocurren como se desean ni siquiera como se las imagina…

Pero la vida avanza y hay que encontrar la brecha por donde colarse para asumir la parte que nos corresponde: lo fundamental es seguir construyendo ese no se sabe qué, que llamamos el ser.

Ahora, quizá por aquello de los tiempos de amor y concordia que se nos abalanzan, hago un esfuerzo echando mano de pedazos de una cierta tristeza que me embargó el alma hace años. No sé el porqué de aquella inquietud y de aquel momento, pero válgame ahora para salir de las cadenas de este momento y continuar expresando y continuar viviendo en una cierta cordura…

No os extrañe: no siempre se hacen inteligibles las palabras cuando no se tienen claros los motivos que las incitaron, pero tengo por cierto que fueron la libertad, la amistad y un cierto temor al amor que iba manifestándose…

Por todo ello, cojo retazos de memoria de aquel entonces, los uno y construyo:

EL TAÑIDO

Arropado en el silencio, solo,
entre mareas de pensamientos
que intentan invadirlo todo…
Los rechazo como extraños,
los acepto como propios:
no sé cuáles son los más ciertos.
En una mediocre libertad, sesgada,
me invade la soledad, me vierto en el vacío,
la mente parece zozobrar braceando…

La campana de la Iglesia empieza a tañer
una canción muy antigua, casi vieja,
que habla de recuerdos de ancestro.
Recuerdos que no pudimos conocer,
pero que sin duda invaden el espíritu
como si fuesen auténticas vivencias.
El cántico se hace amoroso, intenso,
y barniza el alma de nuevas esperanzas,
de sensaciones que incitan a no desfallecer…

El bronce, en este instante, canta para mí
con palabras que acarician mis incertidumbres,
trocándolas en blandas, absurdas, vanas…
No sé qué hay tras él, pero el muro se derrumba
con el repiqueteo de cada nota, repetidamente distinta,
disgregando su límite hasta convertirlo en nada…
Salgo levitando arrastrado por el elocuente flujo
que emana de la entrañable campana,
y siento que la vida está ahí… esperando mis ganas…