<<~ APARICIÓN DE LA MASA EN EL BIG BANG
Preguntándonos sobre la aparición de la masa en el big bang, tenemos que recordar que hace tiempo que se constató que la masa es energía y que la energía es masa: si no, consultad a Einstein.
Ya sabemos que de la masa, digamos de una partícula, surge una extraordinaria cantidad de energía. De esto nos hablan las bombas nucleares con una incuestionable elocuencia.
La estrecha relación entre estas dos magnitudes, masa y energía, queda reflejada en la atinada ecuación de Einstein, E = mc2, que por muy conocida, no menos sorprendente: de un gramo de masa podemos obtener una energía de 9×1013 jouls (J); esta energía equivale a 25 millones de Kw·h (25×106 kW·h).
Según esto, con la energía de 1 kg de masa, podríamos proporcionar energía doméstica y comercial a una ciudad como Nueva York durante 2 meses. O también que solo necesitaríamos 43 kg de materia para cubrir la necesidad total de todos los tipos de energía de los Estados Unidos de América durante 1 año: ¡sin comentarios!
Aunque este hecho sea, sin duda, extraordinario, si conocemos sus detalles, lo asimilamos sin dificultades. La relación E = mc2 ahí está; ahora ya no es discutible, por la teórica propuesta y la práctica comprobada (ejemplo: ¡menudo bombazo!).
¿Pero cómo podemos asimilar, e incluso creer, el proceso inverso, o sea, m = E/c2?
Lo que nos permite ver algo más claro este tinglado inverso, esto es, obtener un gramo de masa empleando pura energía, es pensar que, para conseguirlo, necesitaríamos como mínimo una cantidad instantánea de energía equivalente a la que originaría ese gramo de masa, o sea, aquellos 90×1012 jouls. Esto representaría utilizar una reacción nuclear para lograrlo.
Aparte de la inutilidad (salvo la utilidad científica) de lograr crear esa masa, en realidad, nada ganaríamos y muchísimo perderíamos en lo económico. Las condiciones del Big-Bang fueron las idóneas, pues se pudo disponer de una cantidad desorbitada de energía gratuita: este fue el primer regalo de la Naturaleza que se manifestaba…
Bueno, según hemos dicho, en el instante mismo de ‘La Explosión’ se creó el espacio y el tiempo: un nano-instante antes, un estado del Universo; un nano-instante después, otro estado del mismo Universo, pero transformado con su ley básica de ‘Conservación de Energía’ y todo.
Esto está muy bien, si tenemos en cuenta la aparición de energía, agazapada en cantidades bestiales, a la espera de su singular momento, energía inalterable en su contenido, pero no en su forma de manifestarse, ¿cómo la transformó en la masa de todo lo que puebla el Cosmos? Pues tendremos que intentar explicarlo un poco más adelante.
Ahora, llegamos a la pregunta del millón de la filosofía: ¿¡y aquella energía, qué!?
Sí, es cierto, ¿qué hay de aquella energía que fue capaz de crear todo un Universo… con su masa encubierta? ¿Qué pasaba con ella? Donde ha ido a parar nos consta, pero ¿qué hacía allí, que esperaba? Y, sobre todo, ¿¡de dónde surgió!?
La respuesta se sumerge en infinidad de especulaciones, cuyos seguidores se empecinan en convertirlas en una forma de vida: en ocasiones, la fe en lo desconocido mueve montañas… Pero la búsqueda de respuestas, a veces, nos deja varados en una especie de mar de dudas insalvables.
En lo personal, creo que el hecho de plantearse una duda al respecto es lo bastante saludable como para que valga la pena; así, lo infinito del Cosmos se nos incrusta como parte de nuestra esencia de humanos y las teologías serias pueden abordar su labor con honradez…
En pura lógica, la Física también tiene que desarrollar su cometido con la intención de disipar el enigma de una forma coherente… Dejemos que lo intente y, mientras, centrémonos en nuestra propia labor con lo que tenemos.
Solo añado que la recreación del Big-Bang en el dibujo que presento, si se observa con respeto, si se considera su dimensión temporal y se tiene en cuenta que, a partir de ese instante, fueron originándose más de cien mil millones de galaxias, que albergan cien mil millones de estrellas -¡¡soles!!- cada una de ellas, esto nos dice más sobre las preguntas existenciales que nos planteábamos que millones de palabras. Con sinceridad, creo que este es el agujero negro de los enigmas que inundan nuestras intuiciones y nuestras conciencias, mientras el Universo continúa expandiéndose sin remisión.
Lo innegable es que a través de la historia del hombre se han descifrado cuestiones que parecían insólitas y, sobre todo, desde el descubrimiento del ‘Sistema mecánico del Mundo‘ por Isaac Newton. Es el mecánico mundo estelar nuestro, que, a decir verdad, se ha visto superado por la visión del mundo de la física cuántica, más general, más en coherencia con nuestro origen puramente energético.
Ahora podemos decir que todo se asemeja a una enorme máquina gobernada por leyes especificadas cada vez con mayor precisión. Este hecho se ha llevado hasta extremos conceptuales que, en ciertos sentidos, rayan la falacia y, en otros, espantan al más pintado.
Por ello, en un intento de conciliar ciencia actual (postulando que el pensamiento es energía, la energía es masa, ergo «el pensamiento puede crear masa»), con la metafísica, globalidad y esperanza, recuerdo una frase, de no sé qué personaje, que sale al paso de la aparente desesperanza del estado de cosas al que hemos derivado nuestro Mundo, y percibo que esta frase contiene el significado del desgarrado y sereno alarido de la intelectualidad que nunca se da por vencida. Este claro aforismo reza así:
»El Mundo, cada vez más va dejando de parecerse a una máquina para irse pareciendo a un pensamiento»… Que cada cual saque sus conclusiones.
El resumen al que llegamos es que:
ºº La singularidad de hace unos 13.700 ¡¡millones!! de años, originó una entidad geométrica de espacio-tiempo de la que no pudo escaparse el Universo.
ºº Este espacio-tiempo es curvo (a esta forma se achaca la existencia de gravedad)
ºº Se expande (los físicos nos dicen que esta expansión se constata por un desplazamiento hacia el rojo en los espectros lumínicos de las galaxias)
ºº Y se expande sin cesar (pues otros físicos nos hablan de que una de las funciones de estado del sistema aislado que constituye el Universo, la que denominaron entropía, nos marca el camino por el que puede evolucionar ese sistema: la entropía puede crearse pero no puede destruirse; la entropía del Universo crece en el tiempo y de forma irreversible, a la búsqueda de un estado de equilibrio). La ‘Segunda Ley de la Termodinámica’ nos define este último hecho.
Ahora, para continuar nuestro avance en el tema, dejadme que haga un inciso que pueda distraernos y a la vez nos sea útil.
Es un placer no ser gato
¿Habéis tenido la suerte de contemplar las manipulaciones de un cachorro de gato ante un espejo? Primero, la sorpresa-alerta, que le acompañará durante todo el proceso; luego, aparece la cautela y, después de contemplarse con mucho interés, llega el acecho: el gato agacha la cabeza en un intento de no ser descubierto por su propia imagen, su boca casi roza las patas delanteras extendidas sobre el suelo, el lomo alzado y, bajo el mismo, sus patas traseras flexionadas dispuestas a impulsarle; sus ojos se abren de manera desmesurada y las orejillas le vibran de ansiedad.
Con esta actitud, se acerca, sigiloso, al brillante espejo con claras intenciones de decidida lucha ante el supuesto intruso, y, a medida que se aproxima a la ‘víctima’, el pequeño corazón se le acelera. Llega el momento en que toda su naturaleza se proyecta contra el extraño y salta sobre él, y cuál es su sorpresa al topar con la vítrea carne del espejo: no contaba con este contratiempo que le impide alcanzar su objetivo.
El obstinado gatito, así tiene que ser, vuelve a fijarse en el objeto vivo que atrajo su atención; lo husmea cauto, pues el golpe recibido no le hizo ninguna gracia; se acerca a su imagen, se aleja, vuelve a la carga en un ligero gesto que solo pretende intimidar; la respuesta que recibe de su imagen le espanta por un momento y echa a correr.
Repite el proceso varias veces hasta que decide cambiar de táctica: se acerca, parsimonioso, decidido a reconocer a su antagonista y quién sabe si pactar con él. Llega al espejo apoya su hocico en el otro hocico, siente el frío y la dureza del espejo y nota su propio aliento que, de momento, le confunde.
Al no reconocerse, intenta contactar con la imagen mediante la estrategia del rodeo; se desliza a lo largo del espejo hasta llegar al extremo, otea el aire en busca de oposición y, al final estira su cuello y, en un atisbo de inspiración, busca detrás del espejo su propia imagen de gato: ¡¡las imágenes virtuales no están hechas para él!!
Este sencillo relato nos habla sobre una cuestión que quebró más de una cabeza, en el sentido intelectual: la simetría.
Tal vez la mala suerte del gato de nuestra historia fuese que topase con una de las simetrías más completa, aunque muy frecuente, como es la simetría en el espacio respecto a un plano: la nunca mejor llamada simetría especular.
He reservado para la próxima entrada el final de esta historia del origen de nuestro mundo desde un punto de vista puramente físico.
¿Recordáis la incógnita que se planteó con el asunto de la aparición de la MASA en el Universo? Pues ahora vendrá la explicación.
No os la perdáis…