Es un placer no ser gato

 ¿Habéis tenido la suerte de contemplar las manipulaciones de un cachorro de gato ante un espejo? Primero, la sorpresa-alerta, que le acompañará durante todo el proceso; luego, aparece la cautela y, después de contemplarse con mucho interés, llega el acecho: el gato agacha la cabeza en un intento de no ser descubierto por su propia imagen, su boca casi roza las patas delanteras extendidas sobre el suelo, el lomo alzado y, bajo el mismo, sus patas traseras flexionadas dispuestas a impulsarle; sus ojos se abren de manera desmesurada y las orejillas le vibran de ansiedad.

Con esta actitud, se acerca, sigiloso, al brillante espejo con claras intenciones de decidida lucha ante el supuesto intruso, y, a medida que se aproxima a la ‘víctima’, el pequeño corazón se le acelera. Llega el momento en que toda su naturaleza se proyecta contra el extraño y salta sobre él, y cuál es su sorpresa al topar con la vítrea carne del espejo: no contaba con este contratiempo que le impide alcanzar su objetivo.

El obstinado gatito, así tiene que ser, vuelve a fijarse en el objeto vivo que atrajo su atención; lo husmea cauto, pues el golpe recibido no le hizo ninguna gracia; se acerca a su imagen, se aleja, vuelve a la carga en un ligero gesto que solo pretende intimidar; la respuesta que recibe de su imagen le espanta por un momento y echa a correr.

Repite el proceso varias veces hasta que decide cambiar de táctica: se acerca, parsimonioso, decidido a reconocer a su antagonista y quién sabe si pactar con él. Llega al espejo apoya su hocico en el otro hocico, siente el frío y la dureza del espejo y nota su propio aliento que, de momento, le confunde.

Al no reconocerse, intenta contactar con la imagen mediante la estrategia del rodeo; se desliza a lo largo del espejo hasta llegar al extremo, otea el aire en busca de oposición y, al final estira su cuello y, en un atisbo de inspiración, busca detrás del espejo su propia imagen de gato: ¡¡las imágenes virtuales no están hechas para él!!

Este sencillo relato nos habla sobre una cuestión que quebró más de una cabeza, en el  sentido intelectual: la simetría.

Tal vez la mala suerte del gato de nuestra historia fuese que topase con una de las simetrías más completa, aunque muy frecuente, como es la simetría en el espacio respecto a un plano: la nunca mejor llamada simetría especular.

He reservado para la próxima entrada el final de esta historia del origen de nuestro mundo desde un punto de vista puramente físico.

¿Recordáis la incógnita que se planteó con el asunto de la aparición de la MASA en el Universo? Pues ahora vendrá la explicación.

No os la perdáis