EL PULSO DEL UNIVERSO ES NUESTRO LATIDO

EL PULSO DEL UNIVERSO
¿En cuántas ocasiones hemos admirado extrañas figuras representadas en un mar de nubes? Y, más curioso, ¿cuantas veces nos hemos recreado en figuras conocidas que se nos aparecían nítidamente reflejadas en ese mar? Igual ocurre con las manchas de humedad en el techo de una habitación o en las diferencias de color en el tronco de un álamo…
Por supuesto, esto también ocurre con los sonidos o hasta las voces. Es conocido que el son de una campana nos traslada a infinidad de situaciones vividas en un barco o una iglesia, o una determinada voz nos evoca personajes conocidos…
Sin duda, estos fenómenos son alteraciones de la percepción que originan las asociaciones mentales de las que somos capaces los humanos… Son lo que se llama pareidolia.
De igual manera ocurre con el murmullo –a veces, la explosión– que ciertas gentes sufren en sus oídos. Pueden variar entre lo que parece una bandada de pájaros –allí, al fondo del cerebro– hasta ruidos ensordecedores que no permiten centrar la mente… Es la alteración sensitiva denominada acufeno: sonidos que no están originados en el exterior de los oídos…
En resumen, ambas cuestiones son la manifestación de la dualidad ficción-realidad a que podemos estar sometidos.
A esto me ha llevado la contemplación de la imagen del principio. De inmediato se me representó un oso hormiguero haciendo de las suyas… Pero no es un oso, que es un perro… Consecuencia: un perro hormiguero y todos contentos…
Pues bien, lo preocupante son las distorsiones que son capaces de imprimir los que mantienen el liderazgo de los poderes. Para los planes que deciden llevar a cabo, es imposible cuestionarlos o su discusión. Y, por supuesto, está totalmente vedado oponerse a ellos…
Se trata de someter a la gente a una especie de mimetismo de la realidad para no tener que cuestionar sobre ella… Y esto se logra mediante el empleo de la propaganda desleal que entra por los ojos o por los oídos. Como cuando se quiere vender una moto hecha polvo a precio de nueva…
Y aquí no importan las realidades de derechos sociales ni contemplar la deshumanización de las acciones. Lo importante es vender la moto sea como sea…
En ciertas situaciones, el alba y el ocaso se asemejan…
Observo las sombras al alba y no se diferencian de las del adiós del Sol…
Lo sustancial es el sentido: el alba tiende al oeste; es ocaso mira al este con ternura ruborizada, al saber que volverá a nacer por él…
Cuando nos hallamos sumidos en interioridades, profundas y recurrentes, es cuando se plantean los motivos de nuestra vida…
Las sombras no solo son inevitables, sino que hasta deseables como fruto de la luz…
Lo importante es lo que origina y mantiene la vida de esa luz. Si es el Sol, su calor reconforta y anima a continuar; si solo es luz, evoca la idea del espíritu que necesitamos para creer en la perpetuidad que somos capaces de ir transmitiendo…
No me preguntéis el porqué, pero se me antoja la Navidad el momento idóneo para que la luz esté en el cenit perfecto para no originar ninguna sombra y su foco nos proporcione suficiente calor y suma esperanza…
Al final, es el mismo Sol; al final, la sombra es la misma. Solo el sentido ha cambiado: el alba se nutre de proyectos y esperanzas; en el ocaso hay más hechos y más convicciones… Las soluciones a cuanto se nos va planteando en la vida, serán fruto de nuestra reflexión y de nuestra acción…
Hay que conocer y sentir el calor de nuestro Sol, venga de donde venga… Fundamental es no crearnos soles ficticios que originan sombras desvaídas, sombras de miedos que a nada conducen…
Nuestros antiguos, cuando adoraban al Sol, era un tributo agradecido a los beneficios que les estaba otorgando, a la vida que les proporcionaba. No se trataba de adorar un becerro de oro, construido sobre el inútil interés de poder, sino de una ofrenda a lo que –sin entenderlo– estaba muy por encima de ellos.
Nos hemos ido acostumbrando a demasiados soles que creemos necesitar, los cuales no tienen nada que ver con el eterno y presente Sol primigenio. Sol al que convendría dirigir la mirada… para agradecerle de nuevo la fiel ofrenda de calor y vida que nos proporciona…
¿Por qué apareció este universo? Esta pregunta sí tiene sentido. La respuesta es clara y sencilla: ¡¡ni idea!! Pero esto me aparta de mi objetivo…
Por supuesto, nunca podré negar la existencia de un todo que da coherencia a las partes, como es el universo completo. Su fondo es la energía inextinguible que se inició un día y no tiene la menor intención de cesar: transformarse sí, pero cesar no…
La energía acumulada de las almas de los que murieron, la energía de todas y cada una de esas almas. Esto es lo que nos proporciona la esperanza de que este mundo tenga un sentido. La esperanza de que en algún momento comprenderemos –o ya no nos hará falta comprender–, porque seremos parte de la incógnita, del misterio…
Es el momento de retomar la afirmación del inicio de este artículo:
‘Savia nueva’, dice la sentencia, y creo que en ella se encierra un concepto que me aparta de la idea de la reencarnación. Somos humanos dotados de gusanillo, dotados de libre albedrío, dotados del poder de crear humanos con gusanillo… Eso somos.
Es cierto, ¿y los humanos perversos? Aquellos que aplastaron a cuantos pudieron y enseñaron a otros a aplastar a tantos como pudiesen.
El clamor de todos es el que cuentas, puros gusanillos vivos y energías puras de los muertos. Sin duda, todos piden que sean restablecidas las energías truncadas de los que no supieron engrandecer sus propias almas durante sus vidas… Todos a una para lograr restablecer la comunidad de almas puras. Para cerrar el círculo de la energía que no se destruye, restableciendo la energía pura que dio lugar a la existencia del Universo… Creo que esta es la explicación: participar todos, vivos y muertos, en el restablecimiento de aquella energía pura. O sea, aquella energía… espiritual, ¡por qué no decirlo así!
Sin duda, media ese clamor, esa unión y esa plegaria, dirigidos a un Creador primigenio que daría sentido a todo este tinglado. Porque si no fuese así, todo este tinglado no tendría ningún sentido, ni el de su existencia ni el de su destino…
Solo resta creer en esa unión de almas y laborar y colaborar para ser lo más felices posible
Os decía que el gusanillo que nos acompaña se nos hace molesto a causa de las sociedades en que vivimos…
Y aquí asoma el asunto. ¿Qué es y para qué sirve el amoroso y, a veces, molesto compañero de viaje mientras vamos trazando nuestro camino?
Hasta lo más nimio es materia enlazada por energía; energía indiferente a lo que enlaza e indiferente al camino. Todo es energía…
Y en el ser humano, creo que ese gusanillo es la energía que guía nuestros pasos hacia una eternidad. Los guía hacia una existencia por encima de la materia. Una existencia de energía total y primigenia que cierra el círculo de la existencia del universo…
Cada objeto que desaparece, por descomunal que sea, deja su residuo energético. Esta energía va quedando reservada para ir recomponiendo la que se obtuvo al inicio de los tiempos cósmicos. Si ese objeto es un humano, una parte de la energía es el gusanillo de la conciencia. Esta es la parte indestructible de nuestro ser, que nos acompaña, íntegra, en nuestro periplo de humanos…
Esta energía indestructible es nuestra esencia, es nuestra alma que regresa a engrosar las filas de la humanidad que se va extinguiendo. Pero la energía no se destruye… También es cierto que esa energía tampoco se ve ni se comprende totalmente si no fuese por sus efectos…
Esta multitud de energías forman una auténtica comunidad energética de almas –las cuales tenían una misión superior, ininteligible y dramática–. Una misión que continúan teniendo en su nueva dimensión energética: constituir la familia más pura del residuo de la comunidad humana…
Siempre se justifica los males del universo –esto es, los males de los humanos– cuando nos quejamos de que un Dios nos da la espalda porque estos males ocurren. Y los justificamos y nos los tragamos por lo que entendemos como ‘el libre albedrío’: si los dioses interviniesen enmendando nuestras acciones, el humano no sería ni libre ni nada parecido y, por ello, las ‘culpas’ siempre recaerían en los dioses. ¡Mira qué fácil! Pero lo que ocurre -a mi entender- es que ese Creador nos otorgó el regalo de la auténtica libertad, pero añadió ese gusanillo que nos asiste en el camino que tenemos que construir, nos guste o no nos guste…
En el próximo escrito termino esta parrafada.
Gracias por vuestra paciencia…
No creer en la reencarnación, no significa creer que aquí se acaba todo…
La energía puebla la totalidad, hasta la masa es energía, y ésta energía no puede desaparecer. Bien, pero esa energía sí puede y debe transformarse… Es el proceso por el cual existimos, mediante el cual existe todo…
El cómo y el porqué de la energía es otra cuestión… Sí, es otra cuestión, pero esa es la cuestión, todo procede de una energía primigenia y primordial de la que no nos podremos desprender por más que sacudamos nuestro intelecto o nuestra originaria estupidez…
No nos desalentemos. El ser humano es un ente social por naturaleza: necesita compañía, aunque esa compañía pueda no ser la que en realidad le convenga. Por ello, es un gran invento esa inquietud indefinida con que se manifiesta lo que hemos dado en llamar alma. Alma en latín es ‘anima’ y en hebreo significa ‘virgen, doncella’.
Si pretendiéramos racionalizar, diríamos lo que dice la RAE sobre el alma. Es el ‘Principio que da forma y organiza el mecanismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida’. También dice que es ‘Aquello que da espíritu y fuerza a algo’.
La primera definición, es objetiva culturalmente y permiten ahondar en el concepto que ha conducido y conduce la evolución de la Naturaleza…
La segunda parte ‘Aquello que da espíritu y fuerza a algo’, va acercándose bastante más a lo que voy. Porque en términos más filosóficos, hablaremos de que ese ‘aquello’ es la ‘sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos’.
Con la definición filosófica, no todo el mundo puede estar de acuerdo. Pero no cabe duda de que todos, absolutamente todos los humanos, arrastramos ese gusanillo que nos hace compañía.
Cuántos padres con buena voluntad, se habrán lamentado de tener que sobrellevar el empuje de las sociedades. De tener que hacer lo que esas sociedades les imponían –muchas veces imposiciones irracionales–. Cuántos se han lamentado por no tener tiempo material para criar y educar a sus hijos. O simplemente de no poder convivir con sus semejantes de una forma natural, descubriendo, todos unidos, las capacidades espirituales que poseemos…
Es más, en infinidad de ocasiones ese gusanillo compañero y consejero, por causa de aquellas sociedades, se nos convierte en un molesto ‘inseparable’. Y esto sucede porque nos aconseja constantemente que no vayamos por los caminos que nos apartan de nosotros mismos. Caminos que nos desvirtúan al seguir el dictamen inhumano de la humanidad…
Lo natural y lo propio sería que ese aliento interior indefinible, nos proporcionara una calurosa compañía. Nos diese el ánimo que necesitamos en nuestro obrar material…
Este artículo continúa en otro del mismo título…