CONFUSO

EL YIN-YANG DE LA CONFUSIÓN

 

Cuántas veces el ser humano se halla confuso y se cuestiona la realidad de su existencia. Reconoce la verdad de la Naturaleza, sus atributos y maravillosos espectáculos, que le sirven de punto de referencia para situarse a sí mismo… Pero, por más que lo intente, no siempre halla las respuestas que su propia naturaleza necesita…

 

CONFUSO

Soy cascada atronadora y espumosa,
agua brava, temible y devastadora,
tenaz devoradora de roca,
que lamiendo el duro monte
y resbalando por su falda,
arrastro mi escandalosa charla
hasta cambiar de nombre
en el mar de tus ensueños.
Pero… si pienso que soy agua,
es porque soy hombre…

Soy ave recia y majestuosa,
que lanzada a un lento vuelo
en blando y ágil braceo,
recorro mares, ríos y cañadas,
remonto, incansable, altivos montes,
rebaso bosques interminables
buscando con tesón perseverante
el lejano horizonte de mis deseos.
Pero… si pienso que soy pájaro,
es porque soy hombre…

Arco iris es mi corona,
grácil tallo la sustenta,
que, incitada por el viento,
se estremece dulcemente
esparciendo por su cuerpo
mi excitante y tenue aroma.
Soy cándida, primorosa y fugaz
creadora de un mundo de color.
Pero… si pienso que soy flor,
es porque soy hombre…

Mi mole, eterno tronco,
sin dudar ha sido siempre
testigo susurrante y paciente
de grandes angustias y grandes gozos.
Brazos anchos, inmensos hombros,
infinitos pulmones breves,
cuerpo hincado en tierra
de quimera y esperanza.
Pero… si pienso que soy árbol,
es porque soy hombre…

Coloso descomunal es mi cuerpo,
albergue de ríos, bosques y bandadas,
insólito espectador mudo
del transcurso de los tiempos.
Hosco, recio, inmenso cuerpo
que, lentamente acomodado
a mil extremas exigencias,
de repente es transformado,
en su faz y en su seno,
sin ninguna benevolencia.

Eterno en la vida del hombre,
relámpago de vida en la Eternidad,
es morada de arduas mentes,
soporte de firmes empeños,
descanso final de toda voluntad:
amoroso, dócil y blando cuerpo,
abrazando al que, sumiso,
lo penetra para no salir jamás.
Pero… si pienso que soy Tierra
es porque soy hombre…

La cascada del ser penetra por mi piel,
el vuelo de mi mente surca el firmamento,
el fruto de mi árbol dará continuidad
a la flor del espíritu que anida en mi ente.
En el infinito la buscada meta,
angustia, esperanza y muerte el camino
incertidumbre es el lejano destino,
amor eterno mi incondicional arma.
Pero…, si pienso que soy hombre…,
¿qué soy realmente?

 

 

RECORDAR O NO RECORDAR, ESTA ES LA CUESTIÓN

Recordar es fundamental para la sociedad

 

RECORDAR O NO RECORDAR, ESA ES LA CUESTIÓN

 

Hay cosas que, por visibles, no se ven…

¿Cuántos se han olvidado de algo por llevar un hilo en el dedo, por poner un mensaje sobre el teclado del ordenador, por colocar un letrero en la nevera durante demasiado tiempo, y un etcétera largo como la cola de unas votaciones?

El motivo, parece tonto, pero es bien sencillo: en general, lo demasiado aparente, una vez vencido el primer impacto, se nos hace invisible… No es cuestión de falta de atención, estupidez o falta de memoria, NO. Es la facultad que posee el ser humano de ‘liberar la atención’ para fijarla en cuanto le interesa de manera inmediata… Tal vez, si no fuera así, dislocaríamos nuestra concentración

Las sociedades desarrolladas funcionan mediante un sistema de impuestos para cubrir cuanto sea comunitario. Como lo es tener sanidad pública, educación pública, transporte, carreteras, bibliotecas, parques, mercados a los que acudir.Y agua, electricidad, energía en general y otro de esos etcétera que difícilmente se acaba. Tener todo esto, lo consideramos justo, necesario y de derecho adquirido con los impuestos que se pagan…

Esto es otra forma de no percibir todo lo que hay, todo lo que tenemos en las narices sin darle la menor importancia… Solo se la daremos cuando visitemos cualquier país de los que consideramos un tercer mundo. Esto es muy injusto, y, sobre esta injusticia, ya os comentaré algo otro día.

En las sociedades ‘desarrolladas’, anudamos un hilo invisible al cerebro de nuestra zona de confort. Así, damos por sentados nuestros derechos, y ya no le damos más vueltas al asunto…

Toda esta parrafada, ¿a qué viene?

Puesto viene a cuento de algo que me he planteado una y otra vez.

Cuando la ‘Justicia’ actúa y separa los malos de los buenos –asunto terriblemente delicado y relativo–, ocurre que no siempre el malo lo ha sido. Tontería, error desafortunado, falta de pruebas a favor, falta de pasta, falta de buena asistencia profesional, falta de ganas, falta de interés, falta de sentido común…, falta de justicia. Pues bien, esto ocurre: a veces, el malo, no lo es tanto como lo consideraron…

Ahora es cuando viene la pregunta del millón: ¿y entonces qué?

Sí, sí, ¿entonces qué? Cómo es posible compensar al que le ha tocado esta tremenda lotería adversa –que, además, había pagado con sus impuestos–.  Sí, lo tenéis claro, de ninguna forma.

Y hay que tener en cuenta que este fallo de justicia –esta injusticia– afecta a profesión, dinero, honor personal, familia desprotegida y señalada…

 

¿Cómo compensaremos el tiempo expoliado?

Pues sí, este es el tuétano del triste hueso –difícil de roer– de la cuestión: el tiempo. ¿Quién puede compensar el tiempo perdido del defraudado reo? Nadie.

Y llegamos al caso de un hipotético individuo que ha sido encarcelado por ideas que no vulneran el bien común, sino todo lo contrario. Que le marginan los derechos universales que se han reconocido para el ser humano, los universales y los inalienables. Aquellos que, precisamente, se vulneran en aras de las leyes, las leyes de los países sin justicia.

 Una vez aclaradas las cosas, una vez comprobado el error o la ilegitimidad del proceso, ¿qué se le puede ‘devolver’ a este individuo? ¿Cómo se le puede ‘resarcir’ de lo que significa esa ‘justa-injusticia’. Siempre me ha machacado este pensamiento…

Si las causas que han motivado su encarcelamiento eran de derecho comunitario -por el cual dicho individuo ha ofrecido su riesgo-, parece claro que solo puede compensarle el reconocimiento de la injusticia cometida y el reconocimiento del valor de su profesionalidad, que le da sentido como persona…

Solo la sociedad podrá recompensarle de las pérdidas irrecuperables e, incluso, inolvidables para él…

Situados en este punto, solo se hace imprescindible que esa sociedad no pierda la memoria estúpidamente…

Por si te interesa

VEAN EL NUMERITO CIRCENSE

Vean el numerito circense

<<~ LA GEOMETRÍA DEL ANCESTRO-3

VEAN EL NUMERITO CIRCENSE

Como algo inevitable, una parte importante de la reunión son los juegos. Estos se realizan por unanimidad, ensartados en la fiesta, a la lumbre de las hogueras.

Hay una de las competiciones de los más jóvenes, con la que a veces también se atreven los no tan jóvenes. Consiste en realizar una carrera puestos en pie sobre las renombradas secciones de tronco, los tocones de la historia. Estos se colocan tumbados en el suelo, haciéndolos rodar una distancia definida entre dos trazos marcados en el suelo.

Después de múltiples diversiones, al fin, le llega el turno a esta competición de ‘taburetes’. Todos los participantes ocupan su lugar con gran ansiedad; Daarko y Krould en sus filas.

El alborozo general es impresionante. Cada rostro muestra en su sonrisa la emoción que le causa el momento. Las voces se acallan, los ojos se abren expectantes, las respiraciones se suspenden, los corazones se aceleran…

SE INICIA EL LÍO

¡¡¡Adelaaante!!!

 Al primer gesto, la mitad de los contendientes ruedan por el suelo todavía más que sus troncos. Tal vez les asustó el bramido ensordecedor de la gente. Aunque es muy probable que la falta de pericia jugara cierto papel en el desastre. Aplausos nerviosos. Saltos retenidos. Gritos angustiosos, risas, vítores, sofocos…

Los participantes, ahora ajenos a este tremendo lío humano, se afanan en emplear sus mejores dotes para este agotador juego. Superar esta prueba requiere la capacidad de mantener una frenética cadencia rítmica en el movimiento de las piernas. Pero esto provoca que, a medida que transcurre el tiempo, la tensión a que se las somete se haga insoportable. Además, la respiración se convierte en un jadeo agónico, que impide disponer del oxígeno necesario para este desmesurado esfuerzo… Solo resistirán los más dotados e, incluso, auténticos colosos del deporte.

La carrera se desarrolla salpicada de caídas, sumergida en un constante griterío. Que llega a su fin con el colérico bramido de la masa de espectadores. Parecía que cada uno de ellos reclamaba ser el más oído.

Se diría que el ganador desearía haberse quedado en su casa. Y es lógico al ver el tropel que se le abalanzaba sin otro propósito ni miramiento que aplastarle de pura admiración…sin contemplaciones…

Por fortuna esta no fue la ‘suerte’ de Kroul ni de Daarko, pues llegaron a la meta de la extenuante carrera con brío. Pero con un brío lo bastante rezagado para no tener el “privilegio” de ser el primero ninguno de los dos.

Al calmarse los ánimos, Riemah abraza entusiasmada a Daarko, con gran alegría por parte de él. Y Riemah le explica que su alegría es por haber contemplado el efecto que originaba el dibujo de su tronco al girar.

Ante los ruegos de su amiga, los de Shieja y los del grupo que había reparado en lo mismo, Daarko repitió unos movimientos con su tronco. Esta vez, logró la admiración de todos los reunidos.

Aquello era un espectáculo sin duda notable. En su giro, la araña daba vueltas despacio con su mirada clavada en el insecto que brincaba  con frenesí al trazar círculos. Lo hacía como queriendo escapar de la tela que lo mantenía bien sujeto. Creaba la apariencia, debido a su velocidad, de que se multiplicase.

El numerito circense.

La propia tela se sumaba a la representación, pues ofrecía una gama de distintas velocidades en su tramado. Estas disminuían a medida de que se acercaban a la ya famosa araña.

A esto se añadía el efecto estroboscópico del giro, que ofrecía la apariencia de que el insecto, vigilado por la araña, se fuese parando en su recorrido hasta incluso retroceder, para volver luego a su marcha de fuga hacia delante.

Hasta entonces nadie había visto nada parecido y nadie sabía explicarse el motivo de tal efecto, pero lo cierto es que había calado tan hondo que, a muchos, les sobrecogió. Todo cuanto no se sabe explicar crea una inquietud que, a veces, puede resultar hasta supersticiosa.

-Daarko, es precioso, –le confirma el propio Krould¡¡nunca vi nada igual!! Es…muy extraño. Voy a subirme en tu tronco para que puedas verlo.

Sin esperar respuesta, Krould sube al tronco de la admirada araña y repite el ejercicio para que su amigo pueda contemplar la escena. Daarko queda absorto, él mismo no esperaba este raro y espectacular efecto. Sonríe decidido a dominar sus sensaciones, pero se sobrecoge sin saber muy bien por qué.

En el caso de Daarko, no se trata de ningún tipo de aprensión: vuelve a tener la extraña inquietud que le produjo el sueño de la otra noche. Pero esta vez le invadía ese cúmulo de incitaciones que tenía cuando necesitaba resolver un reto intelectual.

Si el joven hubiese utilizado el taburete que acababa de fabricar, el efecto causado por el dibujo trazado en él no hubiese trascendido lo más mínimo. No sería otra cosa que circunferencias dando vueltas. No se hubiese percibido otra cosa que unos dibujos estáticos a pesar del movimiento de rotación de los troncos. Hubiese sido difícil que alguien se extrañase por esa quietud.

Solo Daarko podía sorprenderse, tanto de los estáticos círculos como del movimiento del dibujo del vigilante arácnido.

La velada se alargó lo suficiente como para abatir de cansancio a todos los participantes. Se vieron obligados a retirarse de forma paulatina a sus respectivos hogares.

Al final, solo los cuatro amigos se mantienen en pie por el afán de engañar al tiempo en que podían estar juntos, alargándolo. Cuando fue imposible resistir el sueño que les apremiaba, se despidieron afectuosamente: Riemah, apoya su mejilla en la de Daarko y le susurra al oído:

-Nunca olvidaré lo que hoy nos has ofrecido, querido amigo.

A lo que Daarko le responde mirándola a los ojos con sonrisa tímida y serena:

-La araña la dibujé yo… El numerito del encantamiento fue por su cuenta

 

Y seguirá en ‘Unos momentos de meditación’

LA MISIÓN DEL CALCETÍN Y LA LEY

LA MISIÓN DEL CALCETÍN Y LA LEY

LA MISIÓN DEL CALCETÍN Y LA LEY

 

Hoy es la festividad de San Jorge. Pensando en las Georginas, los Jorges y las rosas, os ofrezco este artículo…

Parece muy clara la función de un calcetín, pero ahora pretendo hablar de la misión del calcetín y la ley.

Supongo que en el ancestro la gente no utilizaba calcetines. Era lógico. Había muchas cosas vitales de las que preocuparse. Además, ya les debió costar el saber cómo solucionar la incomodidad de ir descalzos.

No obstante, sucedió –y esto lo asocio a una capacidad creativa creciente–. Esa gente tuvo conciencia del machaque que representaba para sus pies el roce constante de las pieles de los zapatos. Los que, por fin, había ideado con tanto cariño y realizado con tanto esfuerzo.

BUSCANDO SOLUCIONES

Ignoro las fechas en las que pudo inventarse el primer calcetín. Pero con toda seguridad no sería precisamente en ese ancestro del que hablo. Los zapatos, sí; los calcetines, no…

Parece justo considerar que los iniciales zapatos serían mucho más agradables para un pie que los zapatos actuales. La piel vuelta de un antílope, pongamos por caso, debía ser todo un logro de la incipiente industria del calzado.

La cuestión es que, con la evolución de las actividades y de las costumbres, zapato de cuero y pie directo, no casaban como era de desear. La solución, un intermedio entre ambos que los protegiera a los dos.

Lo deseable entre el triunvirato zapato-calcetín-pie, es que cada uno cumpla su función.

Parece natural que el pie represente al ser humano, parece lo más natural.

El zapato, en principio, debe ser lo suficientemente holgado como para no asfixiar al pie que lo calza.

El calcetín cumplirá su función al ceñirse discretamente al pie permitiendo que este acabe de acomodarse al ya cacareado zapato.

Si este trío se mantiene, no habrá problema alguno… La Humanidad seguirá marchando, con sus zapatos y calcetines, más chula que un ocho…

Sí, esto es así, siempre que se respete lo que se tiene que respetar. Y enseguida lo vamos a ver.

Ahora es cuando aparece el asunto de las leyes.

Las leyes las instituyó el ser humano para lograr un cierto orden entre el desorden que él mismo fue capaz de llegar a crear…

Antes de continuar, debo hacer una aclaración que permita llevar a buen término la reflexión que sigue…

Quisiera equiparar de manera definitiva el citado pie a cada una de las personas que lo poseen de forma incuestionable.

Con el mismo propósito, asimilaré el zapato a las leyes que creó con esfuerzo el ser humano que las calza…

Por último, ante esta ristra de relaciones, compararé el calcetín a la vaselina. Esto permitirá que el zapato no ahogue o lacere al infortunado pie cuando la situación así lo requiera… Sería lo que permitiría que el zapato se acomodase al pie con el margen de tolerancia que lo humanizase…

Si todo bien, todo bien…

Así las cosas, el zapato tiene que ser lo suficientemente holgado para que el pie pueda respirar: la ley debe tener un margen de interpretación para que el pie pueda notarse seguro dentro de su zapato y, además, sentirse libre…

Ante esa pequeña holgura del zapato-pie, el calcetín, permite al pie, no solo sentir una seguridad y libertad, sino que le crea una comodidad y confianza extremas en su simbiosis de vida…

Pues bien, en ciertas sociedades se logró mantener la armonía de este triunvirato comparativo, y esto fue beneficioso… Pero ocurre que en otras sociedades las funciones específicas de cada uno de los elementos del trío, se desvirtuaron…

El legislador va creando zapatos, lentamente y con esfuerzo para poder calzar a todos los pies de la manera más justa y necesaria…

Y el legislador tiene que preocuparse de que la función del calcetín exista. Y de que responda a los fines que se necesitan: rellenar la holgura imprescindible de las leyes sin mancillar al pie humano que las ha aceptado… En este punto, aparece una nueva metáfora del calcetín, una metáfora más humana que la de la vaselina: el diálogo. ¿Tal vez, esto condujo a la democracia…?

Pero…

Es del todo inadmisible un lugar donde las leyes consistan en unas normas, creadas a toda prisa, como si se escapase un tren, que se amoldan a lo que al legislador le conviene para quién sabe qué fines partidistas. Se idea un delito y se crea una ley que se ajusta a él como anillo al dedo. De esta manera desaparece la misión del calcetín, el cual se convierte en un elemento opresor, sin otra meta que los fines del legislador.

Este legislador utiliza al calcetín como un ejecutor sin conciencia, que avasalla a los beneficiarios de los que idearon las leyes para el bienestar de la Humanidad. Un ejecutor que ahoga los pies hasta el extremo que al legislador le dé la gana…

Y, por supuesto, es menos admisible aún que, en ese lugar desvirtuado, el ejecutivo se calce las botas con esos calcetines –hechos a su medida por el legislador– para pisotear cuantos pies halle a su alcance. ¿No os parece?

Me remito a dos reflexiones que os pueden interesar:

Siempre nos obligamos a ser vasallos  

El ejemplo incondicional de los niños

TENGO EL ALMA PARTIDA

IMAGEN DE UNA CARA SOÑANDO CON 'TENGO EL ALMA PARTIDA'

TENGO EL ALMA PARTIDA

 

Tengo el alma partida entre tantos sentimientos… Porque todos me sumergen en un inevitable contrasentido. A pesar de que el esfuerzo por mantener la coherencia mental quede largamente recompensado. Pues comprendo que este caos de sensaciones es un abanico. El cual me abre a las realidades de la ficción que es ciertamente la vida…

Y no cabe revolverse contra esta situación, es parte de esa realidad. Cien veces tenemos que preferir la tensión de sentirnos turbados por los altibajos de la existencia. En lugar de permanecer vegetando, sin percibir que la vida transcurre sin cesar bajo nuestros pies.

En alguna ocasión tomaremos conciencia clara de que estos estados de ánimo son una fuente de conocimiento. Incluso es la oportunidad de toparnos con la poca sabiduría que podremos llegar a absorber.

Ahora, dejadme que insista en que

 

TENGO EL ALMA PARTIDA
Entre los recuerdos y los anhelos
Entre los hombres y los santos
Entre el sueño y la ficción
Entre el cielo y el infierno
Entre el deber y el volar
Entre el futuro y el obrar
Entre el conocer y el saber
Entre el tener y el ser
Entre la verdad y el engaño
Entre el temor y la vida
Entre las realidades y sus promesas
Entre la poesía y la matemática, ¡qué digo!
Entre la matemática y la poesía, ¡qué digo!
Entre la poesía de la matemática, ¡qué digo!
Entre la matemática de la poesía, ¡qué digo!
Tengo el alma tan partida
Que ya no sé qué es lo que digo…

 

Os dejo un enlace sobre sentimientos y encrucijadas

 

ESE EMIGRANTE ANÓNIMO

ESE EMIGRANTE ANÓNIMO

ESE EMIGRANTE ANÓNIMO

 

Ante el lamentable evento de los llamados manteros en el barrio de Lavapiés de Madrid, solo deseo expresar una chispa de comprensión.

La propia denominación de manteros ya me parece triste. Evoca todo el drama, toda la angustia que rodea la situación de los emigrantes que no tienen más remedio que participar de la tal actividad…

El conflicto no lo provocan ellos. La responsabilidad viene de mucho más arriba.

Ahí va mi comentario…, deseando que llegue a alguien…

ESE EMIGRANTE ANÓNIMO

Allá en su tierra habrá visto
el Sol desperezarse
al surgir entre montañas
y correr jugueteando
en las cálidas mañanas,
sonrojándole la cara
con la pasión de su beso.

Sin duda que habrá vivido
interminables lluvias,
soportadas con paciencia
con el deseo de lavar penurias
queriendo empezar de nuevo,
en la lucha y el riesgo,
abrazado a la esperanza.

Sabrá de gentes,
de vidas plenas de ideas,
 nutridas de deseos,
de ilusiones y errores,
de intentos y de quimeras,
como las que él lleva
tan prendidas a su carne

Tal vez habrá visto tanto
como lo que aquí, por azar,
pueda continuar viendo,
pues sabe que sus anhelos
le mantienen por milagro,
entrelazando esperanzas
con inquietudes y con ruegos.

Casi todo se le opone:
el impacto del momento,
la sorpresa del lugar
sin apoyos de su clan,
sin amigos, sin familia,
sumergido en las dudas
sin saber en quién confiar.

Teme lo distinto de su etnia
o lo extraño del ambiente,
quizás el tremendo ruido
o, tal vez, esté necesitado
de protección y de aliento
o del calor de unos ojos
que antes veía a diario…

No sé qué es lo que susurra
en los peores momentos
en que le escupen los hados,
pues, queriendo ser sincero,
sólo sé cómo se dice
novia, hermana o madre
en idiomas muy contados…

 

SUEÑO ENTRE GRILLOS Y ARAÑAS

Sueño entre grillos y arañas

<<~ (GEOMETRÍA DEL ANCESTRO-2)

SUEÑO ENTRE GRILLOS Y ARAÑAS

El camino de vuelta no resultó tan placentero como había sido el de ida. Pero la fortaleza de ambos jóvenes compensó la dificultad que representaba la dura tarea.

Al llegar al poblado, según la costumbre, a cada uno se le obsequiaba con un taburete, una buena comida y un merecido descanso. Como era de suponer, ambos comieron como auténticas fieras.

A la hora de descansar Daarko prefirió darse un baño en el arroyo cercano antes de hacerlo. Una vez se hubo relajado con el chapuzón, regresó a su casa. En lugar de tenderse a dormir, se dispuso a practicar un dibujo en el asiento que había logrado con tanto esfuerzo.

El tema que había elegido consistía en dibujar círculos concéntricos en una de las bases del tacón. Los trazaba con un marcador cogido entre índice y pulgar y deslizando el dedo meñique por el borde del asiento. Le gustó el resultado y se dispuso a continuar el dibujo que ya había empezado en otro taburete.

El segundo dibujo consistiría en la representación de una araña colgada de su tela, situada en el centro del asiento. Apenas logró terminar el trazado minucioso de la araña le venció el sueño. Antes de abandonar la labor miró el resultado de ambos trabajos, el de los círculos, en primer lugar y el de la araña, después.

El trabajo con la araña, lo encontró interesante y, con un gesto de satisfacción, tomó el tronco entre sus manos. Al colocarlo vertical sobre el suelo, giró levemente ocasionando un ligero balanceo. Le resultó gracioso el movimiento de la araña dibujada, como si caminase algo ebria. Daarko titubeó un segundo sorprendido por  una incierta sensación y con esta impresión se fue a acostar sin pensárselo más.

Desde su dormitorio, Daarko, podía oír el chirriante recital de los grillos, repetitivo, monótono, imparable… Las impresiones del día circulaban por su mente semiinconsciente con el cálido plan de acunarle durante la noche.

La machacona serenata provocó que se le representara la araña de su taburete sumida en una especie de danza entre inmóvil y en suave vaivén. Ya casi dormido, esa danza le provocó un cierto malestar, una inquietud que era incapaz de definir. En la situación en que se hallaba sumido, acabó por aceptar que el deseado sueño le arrastrase allí donde él quisiera.

La verdad es que Daarko no durmió esa noche como necesitaba hacerlo. La araña de sus sueños no fue todo lo benévola que hubiese deseado. En su danza, entremezclaba un bamboleo burlón con una especie de sonrisa, que le hablaba de enigma y duda, que fastidiaba al semiinconsciente muchacho.

‘¿Una araña que sonríe?, ¡vamos, esto es el acabose!’ –parecía que se  dijese Daarko a cada vuelta que daba en su lecho.

Una especie de nebulosa envolvía el ambiente poblado de aquellos monótonos chirridos. Fogonazos, a modo de destellos luminosos, pujaban por atravesar la bruma entre la que el durmiente parecía descansar. Cuando lo lograban, aparecía la araña enfrascada en un lento giro, que sonreía y se balanceaba como una especie de tentetieso impertinente. Esto provocaba en el joven una creciente ansiedad que, hasta dormido, conocía muy bien.

Un parpadeante rayo de sol le cosquilleaba sonriendo, cuando Daarko entreabrió los ojos más cansado que al acostarse. Adquirió conciencia de su situación, recordó la mala noche pasada y se levantó decidido como era su costumbre. Lo hizo con buen ánimo, pero algo molesto por el sueño de la araña danzante.

Krould se dio cuenta de inmediato de que algo le sucedía a su amigo.

-¿No estás cansado, Daarko? La verdad es que yo estoy molido a pesar de haber dormido como un auténtico ‘tronco’.

-¡Je!, muy agudo… Estoy un poco cansado. Pero creo que no solo se debe a que he dormido fatal, sino por el motivo que he tenido para ello.

Y Daarko explica a su amigo lo sucedido; en sus palabras se refleja la creciente inquietud que le embargaba.

-Te conozco, amigo, y sé que algo te sucede. Creo que a los dos nos irá muy bien uno de esos chapuzones colosales que solo nosotros somos capaces de darnos…

-No nos lo pensemos y vamos a hacerlo, porque luego tenemos que ir a ayudar a la gente a terminar los asientos que preparamos ayer.

Como era natural, el baño fue efectivo y ya en marcha hacia el prolífico bosque, los amigos intercambian impresiones. Lo hacen sobre la cuestión del transporte de materiales pesados a grandes distancias. Sin apenas notarlo, llegan al lugar de trabajo y se incorporan a la labor que los otros hombres ya realizaban desde hacía rato.

Habéis venido muy pronto les dice uno de los hombres, no os esperábamos hasta la tarde. Es cierto que sois unos muchachos muy responsables…

¡Y fuertes como mulas! les grita otro entre las carcajadas de todos

¡¡Vale, vale!! corea Krould en tono de falso enfado, si lo hubiésemos pensado mejor aún estaríamos en la cama…

Ja, ja, no os enfadéis que ya os esperábamos. Traemos una comida formidable preparada para vosotros.

¡¡Bravo y tres veces bravo!! gritan los dos amigos en improvisado y desentonado dúo, al que responden los otros con un coro de carcajadas.

Al fin, lograron terminar con el traslado de tocones en solo dos días. Todos lo celebraron con el acuerdo de organizar una cena comunitaria. ¡Vítores a diestro y siniestro! Los jóvenes se entusiasmaron al pensar que podrán encontrarse con sus queridas amigas Riemah i Shieja.

Daarko decide emplear parte de esa tarde en terminar el dibujo de su querida araña, que dejó pendiente. Al completar la tela a la que estaba prendido el animal, el efecto es excelente. El joven decide añadir un insecto apresado en dicha tela.

Al terminar el trabajo, lo mira con detenimiento, de cerca y a distancia. Se queda muy satisfecho. ‘Por la noche causará sensación en el poblado’  -piensa, y se echa a descansar.

Como es natural, todo el mundo está alegre y satisfecho por la labor realizada. Unos por necesidad y otros por cortesía, todos utilizan los nuevos taburetes en la reunión.

Cuando Daarko muestra su tacón para dar una sorpresa a Riemah, todos quedan ensimismados al ver tal obra de arte. La misma Riemah no puede contener las lágrimas por la emoción que le causa.

-¿Cómo es posible que hayas sido tan fiel a la realidad, Daarko? –le pregunta su amiga, admirada, con los ojos brillantes y casi sin aliento.

Daarko, sonrojado, sin apenas levantar la mirada y en un tono de suma modestia, se atrevió a contestarle con un hilo de voz, casi inaudible entre el jolgorio que se había organizado:

-Es que se pasó toda la noche sonriéndome…- ¡¡¡ Risotada general!!!

 

Risotada general, que no fue más que el preludio de lo que iba a suceder en ‘Vean el numerito circense

BALADA DE SENTIMIENTOS ENCONADOS

BALADA DE SENTIMIENTOS ENCONADOS

BALADA DE LOS SENTIMIENTOS ENCONADOS

Mientras deambulaba entre reflexiones casi inconscientes, sin más, comprendí que lo que andaba pensando os lo tenía que transmitir…

 

SENTIMIENTOS ENCONADOS

Al errar por las lindes de mi mente
surgieron emociones en llamas,
lidiando entre ellas como niñas.

Movido por un afán de concordia,
que sin duda yo me reclamaba,
intenté con cuantos medios pude
aplacar la revolución de sus furores,
apelando a cuanto supe y pude,
hasta llegar al mismísimo cielo.

En esta situación, introspectiva y tonta,
escuché cuanto chillaban mis niñas
expresado a golpes de tira y afloja.

Mía fue la sorpresa al hacerlo,
puesto que de una simple escaramuza
me vi cavilando en temas recurrentes
que acepto y rechazo, según mi día;
cuestiones que me sitúan en la brecha
de lo que sé… sin que sepa quererlo.

Sí, mis sentimientos saltan como pájaros
o, quizás, se deslizan como culebras,
intentando zafarse de mi conciencia.

Y me descubro de nuevo a la espera,
con el propósito en mi empeño
de asir cualquier ave pasajera
que me lleve hasta las estrellas,
o de anclar con firmeza en la tierra
el serpenteo de esa conciencia.

Propósito vacilante y vigoroso,
que una y otra vez descubro y pierdo
amarrado al extremo de mis anhelos.

Esto no delata que me halle perdido,
pues siento que acompaña mi ruta
el trinar de los pájaros del ensueño
o el sinuoso siseo de las culebras,
que me hablan, constantemente,
de lo que dicen que somos todos.

Pero, en esta espera, me pregunto
el porqué aquellas emociones enconadas
 llenan el alma y turban el pensamiento.