En busca del ahorro energético-1

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Amigo: ¡ahora te entiendo!

 

 Los juegos continuaron su desarrollo en el más absoluto regocijo por parte de todos. Fue algo brillante.

Y aunque Daarko, como es lógico, se resintió por el accidente. Se esforzó por dominar la desbordante emoción que le calaba hasta lo más profundo y continuar con las competiciones. Lo hizo para no desbaratar la organización de los equipos que se habían montado para ciertas exhibiciones. La meditación, de forma ineludible, vendría a arroparle más tarde…

 

Durante los días que duró esta gran competición, se vieron acompañados por un tiempo que parecía encargado en especial para la ocasión. Incluso, en las jornadas de mayor dificultad deportiva, a las que acudían un elevado número de espectadores, hubiese resultado duro no tener protección adecuada contra el implacable Sol, puesto que se desarrollaban a la intemperie. La Naturaleza tuvo la gentileza de ofrecerles un inesperado regalo en forma de finísima llovizna, que atemperó el ambiente y los ánimos…

-¡Vamos, Krould, vamos! ¡Esta es tu especialidad, no te rindas! ¡Adelante!

El fuerte muchacho, en la competición de arrastre de piedras  había superado todas las pruebas con éxito arrollador. La prueba consistente en trasladar enormes piedras desde un montón hasta una meta situada a una considerable distancia. Luego, tenían que volver a buscar otra a toda prisa para repetir la operación,

A Krould solo le quedaba el último esfuerzo por realizar. La ventaja estaba con claridad de su parte. Se dirigió en busca de su última piedra a toda prisa. 

Los vítores del público eran ensordecedores. Krould debería haberse despreocupado de todo, pero se le presentaba un hecho insólito, esperado con ansiedad. Shieja se hallaba entre la masa de espectadores dándole ánimos mientras gritaba con entusiasmo su nombre.

Desconcierto inesperado

Al  correr tal vez demasiado rápido y algo descontrolado, Krould no pudo evitar el error de mirar hacia el lugar en el que se encontraba su ‘amiga’. Se ladea un poco, gira algo más la cara. Una estaca mal colocada, está apoyada entre dos enormes piedras. Nadie se había percatado, nadie podía imaginar el gesto del joven, nadie lo esperaba.

El atleta corría y corría hacia el obstáculo imprevisto sin tener idea del peligro. Al fin la gente se da cuenta de la situación, chilla enloquecida en un intento de evitar el previsible accidente. Krould percibe el cambio en los gritos del público. Se da cuenta de que algo no va bien, pues oye con claridad que le alertan de algo incierto.

-¡¡¡Cuidado!!! ¡¡¡Ten cuidado!!! ¡¡¡Krould, Cuidadooo!!!

Pero ya es tarde, se precipita contra el obstáculo a una velocidad de vértigo. Impacta contra la primera piedra y caer con potencia arrolladora sobre la enorme estaca quebrándola. Rueda por tierra, dos, tres veces, hasta que al fin alguien se cruza en su camino y le para…

-¡¡¡Noooo!!! –estalla el público sobrecogido- ¡¡¡Aaaaaah!!!

Se precipitan al campo, rodean al muchacho, todos intentan verle. Saltan unos por encima de las cabezas de los otros; la confusión es tremenda. Empujones, gritos, ansiedades, angustias, expectación total…

Mientras levantaban a Krould entre varios amigos, este se miró la herida del costado por la que manaba sangre. Sentía un fuerte dolor que le obligaba a torcer el gesto muy a pesar suyo. Shieja llegó junto a él y uno de los brazos de Krould rodeó sus hombros, lo que provocó un escalofrío en ambos jóvenes.

A pesar del delicado momento, Kroul indagó qué era lo que había originado la colisión. Visualizó la situación de los objetos que le habían hecho caer y se volvió para continuar su marcha.

De repente quedó paralizado, absorto en una vaga idea. Obligó a Shieja a girarle de nuevo para volver a ver el lugar fatal; su expresión de dolor pareció agudizarse. Entonces buscó a Daarko con los ojos algo desorbitados. Le brindó una amplia sonrisa a modo de extraña mueca diciéndole:

-¡¡Ahora te entiendo, amigo, ahora te entiendo!!

Todos creyeron que deliraba a causa del topetazo. Pero las miradas de ambos amigos se enlazaron a través del gentío, como un chispazo de inteligencias encontradas. Daarko supo que su querido amigo, al fin, también había hallado una respuesta a lo que buscaba…

A pesar de estos y varios percances más de mediana importancia, los festejos continuaron con gran brillantez. Contaron con la admiración general de la gente por la organización del encuentro.

La acogida, el talante de los regalos, la variedad de los entretenimientos y la abundancia de alimentos,  fue excelente. Y, sobre todo, con la entrañable amistad que les embargó a todos en lo más profundo de sus sentimientos…

Y llegó el día de la clausura con la esperanza de la nueva Reunión que ya se había pactado. Y también llegó el momento de las despedidas. Unas, aludían al reencuentro; otras, tristes porque ‘la juerga se terminaba’; otras más, alegres por volver a sus casas, y muchos se despedían… sin llegar a irse en sus corazones…

Pero todavía no he contado lo que en realidad pasó  por las cabezas de nuestros dos amigos durante el Encuentro.

Lo que ocurrió aquel día sí entronca con el motivo más íntimo de esta narración.

Pero tal vez sea mejor que os lo cuenten ellos mismos.