
COMENCEMOS HABLANDO DE LA CADENA DE ALIMENTACIÓN…
Resulta increíble la gama de actitudes y aptitudes que son necesarias para mantener la vida. Esa vida que un cierto día –hoy algo lejano- apareció en muestro planeta… (o sea, hace unos 4.000 millones de años o más, según las últimas noticias).
Por supuesto, el fondo siempre es el mismo: conseguir combustible para mantener activo el tinglado energético de los organismos vivientes. Resulta que la manera de hacerlo consiste en comer, lo que hemos dado en llamar ‘alimentarse’ o zampar, como más os guste.
Como en todo, se establece un gradiente en la forma de conseguir esa energía de vida.
No cabe duda de que en la escala trófica (o escala alimentaria), hallamos los distintos niveles de capacidad para alimentarse. Sin duda, es la manera de adquirir sustancias nutritivas. Esta escala se organiza en cadenas, que también originan redes alimentarias, porque la supervivencia no es tan sencilla como lo ‘lineal’…
Las comparaciones no siempre son odiosas.
Me gusta comparar el comportamiento de los individuos de una cadena alimentaria con el famoso juguete de las ‘muñecas rusas’. El juego consiste en ir encajando un conjunto de muñecas. Cada una se encaja en otra cada vez más grande hasta tener todo el conjunto dentro de la de mayor tamaño…
Se dan dos cuestiones en la dieta alimenticia. Que los individuos de la cadena van encajando (se zampan) un individuo de un orden inferior de la misma y se encajan (se los zampa) un individuo de un orden superior…
Aquí, en la cadena alimentaria, la muñeca más pequeña es el individuo productor. Sin duda, es el individuo autótrofo, el que se beneficia directamente de los elementos del ambiente. Y esto lo logra y con la ayuda de la energía del Sol. No cabe duda de que hablamos de un vegetal… Si se trata del mar, nos referiremos a las algas o al plancton vegetal…
Al individuo autótrofo le llamamos ‘productor’, con todo el derecho. Porque es el único que nos saca las castañas del fuego fabricando la materia orgánica que necesita el resto de los individuos.
A ese resto lo hemos dado en llamar ‘heterótrofo’: unos comen vegetales, otros animales y otros´, ambas cosas.
Así, podemos diferencias individuos primarios (o de primer orden), secundarios, terciarios, etcétera, dentro de una cadena. Aquí, los individuos de un cierto orden se comen a los individuos del orden inferior. Es raro que se den más de seis eslabones en esta cadena…
ESQUEMA de lo que representan las cadenas alimenticias
Nutrientes elementales + sol = Autoalimentación [“productor”] >> “comedor” de primer orden >> de segundo orden >> de tercer orden >> etc. >>>>
Vegetal o animal muerto > hongos o bacterias [“descomponedores”] [parasitosis, simbiosis, necrofagia] > Nutrientes elementales


Vemos claramente que cada cadena de esta escala se inicia con un vegetal -organismo autótrofo-, o sea, un organismo ‘productor’. Este organismo fabrica su propio alimento sintetizando las sustancias orgánicas que irán formando su cuerpo. Y lo hace a partir de sustancias inorgánicas (que toma del aire y del suelo, o del mar). Sin duda, necesita del aporte de la energía que le proporciona el Sol. El aporte de energía se origina con la denominada fotosíntesis.
Al final de la cadena, tenemos los individuos ‘descomponedores’ que, como magos de la naturaleza, son capaces de remitirnos al inicio del ciclo de alimentación. Ellos ‘descuartizan’ a todo ser viviente muerto para recomponer la materia inorgánica que necesitan las plantas para desarrollarse…
¿A que es bonito el asunto…?
Nosotros -la humanidad- nos sentimos tan ufanos que nos creemos el centro del mundo. También lo creemos respecto a este extraordinario asunto de la energía para la supervivencia. Siempre creemos que, por fuerza, tenemos que ser más chulos que nadie, por fuerza tenemos que estar al inicio de la cadena alimentaria…
Pues no… Por muy prepotentes que seamos, en esto de la energía de supervivencia, a una hoja de un árbol, no le llegamos ni a la suela de sus zapatos –tenga donde los tenga-. Sí, somos menos que un vegetal; estamos más lejos de la autoalimentación que un pobre de la riqueza…
Como máximo, el ser humano está a la altura de una anchoa en la cadena alimenticia marina, o de un ratón en la terrestre… Sin comentarios
Para mí, es auténtica poesía admirar la sabiduría de la Naturaleza al ser capaz de idear la manera de restablecer los ciclos de la vida. Entre los componentes de cualquier estercolero, se hallan millones de microorganismos, capaces de devorar la materia orgánica. La descomponen hasta producir las sustancias elementales que necesitan los vegetales para desarrollarse. Me refiero a los magos de la Naturaleza: las bacterias y los hongos.
Ahora no me queda más remedio que centrarme en los hongos. Entre ellos, hay tres forman principales de vida diferentes: los parásitos, los simbiontes y los saprofitos.
Los simbiontes son capaces de asociarse a otro organismo con la mutua voluntad de progresar juntos, en el mejor de los casos.
Los parásitos ya son más malintencionados, puesto que se desarrollan a costa del otro organismo.
Y por fin llegamos a los hongos saprofitos, que son los auténticos benefactores de la Naturaleza. Como os he dicho, se alimentan de los seres muertos y restituyen los elementos que necesitarán los vegetales para desarrollarse. Son tan ‘descomponedores’ como, asimismo, lo son ciertas bacterias.
Para redondear este artículo, voy a centrarme en los hongos saprofitos y, más concretamente, en los hongos xilófagos. Son los que pueden alimentarse de la madera de los vegetales muertos.
Ahora bien, para que se den los xilófagos se necesitan dos condiciones imprescindibles. Estas son: que exista ese árbol muerto o moribundo, que contenga como mínimo un 18% de humedad y que hayan esporas de esos hongos. A partir de ahí, el espectáculo estará servido…

Sí, la insólita coquetería de la Naturaleza.
Si os parece, fijaos en la riqueza del colorido de un simple hongo «descomponedor«. Por supuesto, podría limitarse a realizar su labor sin más. Pues no, él tenía que dar la nota. Para que se me cayera la baba de admiración por lo que la paciente naturaleza es capaz de hacer…

Es probable que os preguntéis si era necesaria tanta historia para llegar a esto.
Sí, era necesario. Solo de esta forma podríais entender el porqué de mi admiración por la Naturaleza.
Llegar a este grado de sofisticación cromática creo que está más cerca de lo insólito que de lo racional… Y, sobre todo, se me antoja la metáfora de que esos organismos xilófagos son capaces de contribuir muy directamente, con su rotundo cromatismo, a propiciar el encantador cromatismo de todos los vegetales que pueblan la Tierra…


En una de las fotos, los hongos se no sé cómo decirlo se camuflan, llegan a parecer el árbol mismo o un vestido del árbol. La naturaleza!!, ¿què hay de más sabio que ella? Los humanos a su lado, eso, anchoas!!!! jajaaj… Hermosa, poetica y educativo escrito, Enric!
Sí, la Madre Natura. No sabemos lo que hacemos, Laura. Somos tan poco conscientes con Ella que pienso que, en el fondo, estamos un mucho chalados…
Las fotos de los hongos las hice yo. No tienen calidad, pero son resultonas, ¿verdad?
Un abrazo.