
<<~ LO DESCUBIERTO ES TAN ÚTIL COMO EL COMER-2
-¡Claro que podemos hablar, Riemah, es lo que más deseo! Para ti siempre estoy disponible. ¿Qué sucede? ¿Estás bien?
-No te preocupes porque todo va bien -ataja la joven para calmar a su amigo. Me gusta que me mimes pero no pasa nada malo. Solo quería contarte algo que me sucedió al terminar las fiestas. Hasta ahora no había logrado dar contigo de forma espontánea y quiero saber tu opinión –añade con dulzura.
-De acuerdo. Cuéntame, Riemah –se muestra solícito Daarko.
-El día que terminaron los festejos, todos nos dedicábamos a dejar las cosas más o menos como estaban antes. Una de las labores que abordé con otras amigas fue la limpieza de los lugares donde estaban las hogueras.
» Mientras lo hacíamos, una de las niñas se cortó levemente con un objeto que había entre las cenizas. Esto es frecuente, no tenía más importancia, pero me dio por mirar qué era lo que había provocado el accidente.
»Fue un extraño impulso. Escarbé entre las cenizas y encontré varios trozos duros que enseguida noté que no eran piedras y los guardé. Al acabar el trabajo, fui al arroyo para lavar los objetos y comprobé que se trataba de barro.
-Si se había resecado, era natural que la niña se cortase. ¿Por qué te preocupa? –pregunta el joven.
-De eso se trata. Lo que me sorprendió fue que, aunque raspé con ahínco los pedazos de barro requemado, no se deshicieron. No logré limpiarlos del todo, pero no se deshicieron.
Daarko se quedó meditativo. Al fin, miró a su amiga y le preguntó:
-¿Sabes cómo fue a parar el barro a la hoguera? Convendría saber si en realidad era fango.
LOS HECHOS SE IMPONEN
-Sí, Daarko, estoy segura porque indagué entre los muchachos. Ellos me confirmaros que estuvieron jugando con barro cerca de las hogueras. En el momento que el fuego se hizo más intenso, tuvieron que retirarse deprisa y dejaron restos al alcance de las llamas.
Daarko vuelve a quedarse pensativo unos instantes
-¿Tienes los pedazos, Riemah? Me gustaría que los viésemos juntos.
-Los tengo en casa, vamos a buscarlos –concluye su amiga y se dirigen hacia su vivienda.
Con los trozos de barro en las manos, ambos amigos se dirigen, por deseo de Daarko, hacia el río. Vuelven a introducirlos un cierto tiempo en el agua; los frotan con energía.
-Pues sí que es extraordinario, Riemah, parecen de piedra.
Hasta entonces el secado del barro se realizaba exponiéndolo al calor del sol, con lo que se obtenían buenos resultados para disponer de bloque compactos con los que levantar paredes, lo bastante resistentes para sostener las diversas coberturas.
Pero en realidad no permitía su utilización en el momento que se requería una mayor resistencia del material.
-Daarko, he pensado que podríamos hacer lo mismo que hicieron los niños para ver qué es lo que pasa. ¿Qué opinas?
-Desde luego será lo mejor. Eres estupenda, amiga, eres estupenda…
En la primera ocasión que tuvieron, repitieron lo sucedido en forma de auténtico ensayo programado: obtuvieron el resultado que ya preveían.
UN HALLAZGO MUY PRÁCTICO
Tiempo después, Shieja y Riemah tomaron la decisión de elaborar algunos objetos endurecidos mediante este sistema.
De inmediato, pusieron manos a la obra. Las experiencias se acumularon. La sonriente Shieja percibió las grandes diferencias de consistencia que obtenían en el barro según donde estuviesen colocadas las piezas.
Dedujeron que se trataba de las diferencias de temperatura con que se cocían las piezas. Pero no encontraban la manera de que, trabajando al aire libre, el calor se distribuyese de forma uniforme.
También evitaron que las piezas tocasen directamente la llama, porque quedaban tiznadas e incluso no olían demasiado bien.
Estas cuestiones dieron a Riemah una idea.
Tras diversos planteamientos e intentos, decidieron construir un pequeño cobertizo formado por dos compartimentos de barro. En uno colocaron una fogata; en el otro, las piezas a manipular.
El artilugio adquiría una buena temperatura mediante la canalización de aire exterior hasta la base de la hoguera. Asimismo, lograron que el humo de la hoguera pu-diese salir al exterior sin demasiada pérdida de calor.
Con este horno inicial, las amigas fuero capaces de realizar creaciones artísticas de considerable belleza. Pero tan útil como el comer, fue crear utensilios para poder cocer y hervir alimentos sin ningún problema.
Nunca más oportuno decir que harían historia los hechos que en aquel poblado se estaban cociendo.
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