Siempre nos obligamos a ser vasallos

 

SIEMPRE NOS OBLIGAMOS A SER VASALLOS

 

¿Vuelvo a renegar? Pues sí, vuelvo a renegar al obligarme a ser vasallo al contemplar tantos poderosos tranquilamente acunados en sus ‘victorias’, ocultos a sus derrotas, sin considerar la responsabilidad que les habla a gritos de multitudes a la espera…

La impotencia, la impotencia nos transforma en indignos, cuando las responsabilidades son de los que se consideran llamados a defender los derechos de las patrias, olvidando que los derechos de las patrias son los de las gentes que las forman, las gentes que les dan sentido… Sin personas, no hay patrias, sin personas, las patrias son simples conceptos vacíos esperando a tener algún sentido…

Y estoy aquí, perdido entre mis miserias, dolido por no ser mísero, abatido por ese tipo de cobardía que me impide gritar a los cuatro vientos la miseria de quienes no reconocen ni su propia miseria…, mientras dirigen sus países…, ‘los de ellos’…, sin contar con sus gentes. Y pienso que, a la larga –no, ya está ocurriendo-, los conducen a la ruina más estrepitosa, como lo es la ruina moral…

He procurado no hacer demasiado ruido, con la intención de pasar desapercibido, con el deseo de no molestar, sintiendo el corazón ahogarse ante tanta masacre, ante tanta insensatez, ante todo lo que algunos poderosos –quizá demasiados- son capaces de hacer -y deshacer- en nombre de la patria, destruyendo sus propias patrias y, por supuesto, cualquier otra patria…

La devastación de las ciudades, devasta la Humanidad inexorablemente; te devasta a ti, me devasta a mí, a nuestras familias, a nuestros hijos sin remisión… Y yo, con sinceridad, no sé qué debo hacer… Bueno, tal vez sí que hay algo que puedo hacer, al menos, no quejarme de mi suerte…

Si cuesta mirar los ojos imploradores de la Humanidad, tal vez sea porque queda en nosotros algo de humanidad. La cuestión es cómo podemos aprovecharla para apoyar a cuantos son avasallados impunemente…

Tal vez debiéramos empezar a pensar en la identidad como humanidad, más que en la identidad de patria…

El día que logre rellenar tantos puntos suspensivos con acciones –aunque sean puramente verbales- que conduzcan a algo en bien de cuantos sufren cualquier tipo de opresión por parte de los poderosos, ese día, renacerá en mí la esperanza de que todo tiene remedio, como siempre había creído…

No lo toméis como un signo de descarado pesimismo, más bien creo que es un alarido que reclama el derecho de poder mirar a los ojos, sin vergüenza, a cuantos tengo próximos y quiero…